Una Democracia defectuosa es siempre superior a Pinochet

Oct 4, 2025 | Columna de Opinión | 0 Comentarios

“¡Chile, la alegría ya viene!”. Pero esta nunca llegó, aunque una democracia defectuosa siempre será superior a la dictadura de Pinochet. ¿Por qué? Porque es mejor vivir como un libre pensador que estar silenciado como si estuviéramos dentro de una jaula con solo un agujero para respirar, pero sin poder deliberar. Esto ocurrió en el periodo tenebroso del régimen, fueron cerca de 15 años de silencio donde se impuso una sola mirada; no obstante, el ciudadano de hoy percibe la democracia como algo inoperante, ya que la ve como un fin en sí misma y no como un medio para hacer cambios. A esto se suma las crisis que tienen los sistemas políticos alrededor del planeta: proliferan como moscas los casos de corrupción, la incapacidad de otorgar bienestar social y un grave sentido de desconexión de las élites con los ciudadanos.

Este domingo 5 de octubre, se cumplen 37 años del plebiscito de 1988, un hito histórico que recuperó la democracia en nuestro país, la cual secuestró la tiranía. Nuestros abuelos, padres o familiares atesoran en su mente ese momento de la historia, ya que se ganó simplemente con un lápiz y una raya. Por eso, es imperativo que nuestra generación y las subsiguientes mantengamos la memoria viva, porque no es tolerable ser asesinado, perseguido, torturado o exiliado solo por pensar distinto.

Pinochet “corrió solo y salió segundo” (LÓPEZ). Este titular rutilante del diario El Fortín Mapocho, periódico opositor a la Junta Militar, describió la hazaña que jamás se pensó ¿Quién en su sano juicio hubiera imaginado que la dictadura perdería bajo su propia institucionalidad? Fue como tener un arco del equipo contrario sin arquero y, aun así, perder de manera estrepitosa. Sin embargo, muchos manifestamos que esto fue insuficiente, ya que se pudo haber actuado con más agudeza para haber construido un Chile muchísimo más decente.

Al escudriñar nos damos cuenta que las posibilidades de ganar el plebiscito eran escasas ¿Por qué? Primero, el régimen tenía la sartén por el mango: Los partidos proscritos, movimientos sociales nulificados y el relato político instalado de manera cómoda. Segundo, una parte de la oposición pensó que era una utopía vencer a Pinochet en las urnas y más encima siguiendo sus reglas. Era como la parábola de “David contra Goliat”. Tercero, no había garantías diáfanas en el caso de que la oposición triunfara y la dictadura se negara a entregar el poder lo que pasó en su minuto, aunque muchos pinochetistas  lo niegan hasta hoy como San Pedro negó a Jesucristo.  

Ese miércoles 5 de octubre del año ‘88 los ánimos eran tibios (GÁRATE). Fueron cerca de 7 millones de compatriotas quienes participaron en los comicios. Las opciones eran dos: por un lado, el “SÍ” que le daba el visado a Pinochet para dirigir los destinos del país por 8 años más; y por el otro, el “NO” que terminaría con el régimen y se tendría que convocar a elecciones libres para escoger a un nuevo presidente de la república y a un congreso. La diferencia era que el propio pueblo de Chile decidiría de manera real y no como lo hizo el régimen entre los años 1978 y 1980 donde no existieron registros, aunque los defensores de la dictadura repiten como loro hasta hoy que los respaldos democráticos estuvieron. Además, los ojos del mundo estuvieron sobre nuestro país, porque embajadores europeos presionaron para que los comicios fueran lo más transparentes posibles.

El panorama global era clarísimo: el fin de la Guerra Fría estaba a solo unos metros, el capitalismo llegó para quedarse y, por tanto, no había necesidad de seguir con regímenes autoritarios, porque invalidaban la tesis de la “Libertad” y el libre mercado. El propio Estados Unidos financió la opción “NO”, dado que el gobierno de Ronald Reagan mostró incomodidad con la Junta militar por el contexto internacional, pero además porque los norteamericanos tenían sus propias broncas que solucionar (MEYER).

Volvamos a Chile: la campaña del “SÍ» y el “NO” duró 30 días previos al referéndum; cada una de las alternativas contó una franja propagandística la cual se televisó todos los días en horarios específicos y cada opción tuvo 15 minutos por lado (GÁRATE). No había redes sociales y el internet aún era algo incipiente, al menos en nuestro país; por eso la televisión fue una aliada importante, pese a que el régimen disponía de gran parte de los medios de comunicación tradicionales (prensa escrita, radio y televisión). Un ejemplo fue Televisión Nacional de Chile con su noticiario “60 minutos”, que en verdad eran “60 mentiras”. La opción “SÍ” apeló al “país ganador”, a las obras modernizadoras del supuesto “presidente Augusto Pinochet” y al “fantasma” del comunismo.  

En tanto, la opción “NO” ocupó la “alegría”, con colores llamativos que se entrelazaron con la esperanza y al mismo tiempo quedara en claro que la violencia no era un método de acción política. La franja contó con diversos rostros artísticos, culturales y con un periodista chileno llamado Patricio Bañados, quien contaba con una trayectoria encomiable. Hubo personeros que se restaron, sosteniendo que la franja desconocía los horrores de la dictadura. Pero la duda es: ¿qué propuestas concretas hicieron quienes estuvieron contra la campaña del “NO”? Porque una cosa es la verborrea y otra es la acción, ya que criticar es simple y fácil, y más cuando no hay ideas que ayuden a resolver.

La democracia es el arma más preciada que tiene una sociedad que se dice llamar “República” y cuyo sistema político puede ser el presidencialismo o parlamentarismo. Es cierto que la alegría nunca llegó a Chile y que aún están los vestigios de la dictadura de Pinochet con la actual constitución, el modelo neoliberal, la institucionalidad que sigue siendo limitada y la desafección política y social se sigue acrecentando como un globo con helio. Sin embargo, despreciar la democracia no es el camino, porque pese a sus imperfecciones es la única herramienta que por ahora contamos para hacer cambios.

En conclusión, vivir en democracia no es sólo ir a votar cada cierto tiempo; tampoco es atacar a alguien por su identidad, dado que hay que separar a la persona de su ideología. La esencia de la democracia es que todos podemos deliberar de manera abierta y sin ser perseguidos. Al mismo tiempo, para que una opinión tenga validez, debe y repito: ¡Debe tener contenido argumentativo que sustente el planteamiento de quien lo presenta! De lo contrario, no merece ser respetado -ojo, el argumento, no así el individuo que lo emana-. Esa es la gran diferencia con las dictaduras como la chilena, donde se conculcaron derechos fundamentales por 17 años y que hoy, al parecer, un grupo de la población desearía volver a ese sistema autocrático.  

Bibliografía

Gárate, Manuel (2019) “El plebiscito de 1988 y el comienzo del fin de la dictadura militar chilena”. HAL OPEN Science

González, Felipe & Prem, Mounu (2018) Por qué ganó el NO? La historia detrás de la historia”. Ciperchile.cl

Meyer, Lorenzo (1985) 1985: Un mal año en una, época difícil”. Proyect Muse

Written By Francisco Javier Artal

Escrito por el equipo de expertos de Nuevo Ciclo Político, comprometidos con la transparencia y el análisis profundo para un Chile mejor.

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