Todo mundo está intentando dilucidar las promesas mágicas que dos candidatos presidenciales están haciendo. Los mejores economistas de Wall Street carecen de las habilidades técnicas y los conocimientos académicos para llevar esto a cabo de manera sana. Así también, los profesores de Hogwarts más eruditos desconocen la magia necesaria para efectuar esta propuesta. Ni la fe de todas las preciosas religiones que existen en nuestro país alcanza para que este milagro se haga realidad. Analicemos nosotros mismos las cifras para ver si concordamos con ellos o no.
«En 18 meses júzguenme y me piden el cargo»
~José Antonio Kast
José Antonio Kast promete un recorte en los gastos públicos de US$ 6.000 millones en 18 meses (mitad por decreto, mitad por Congreso). Su mascota, Johannes Kaiser, va por más: hasta un 5% del PIB y, de paso, una poda monumental del Estado, incluyendo 200.000 empleos públicos menos “gradual y dignamente”. Ambición no falta… aritmética institucional, sí.
1- La roca dura de la realidad
El presupuesto chileno tiene poca plasticina pero mucho cemento: pensiones, sueldos, salud, educación, justicia, seguridad, obras contratadas, intereses. DIPRES cuantifica que ~92% del gasto del Gobierno Central está comprometido por ley; el margen “flexible” ronda el 8% (≈2% del PIB). ¿Y la “eficiencia”? La propia OCDE la ubica en décimas de PIB a largo plazo. O sea, querer ahorrar 4,5–5% del PIB (Kaiser) o miles de millones en 18 meses (Kast) sin tocar prestaciones o personal es como prometer dieta comiendo doble postre. Y prometer todo lo que prometen sus programas de gobierno pero reduciendo el gasto es como prometer un ferrari al contado con el primer sueldo mínimo de la vida.
2- Las leyes no se firman solas
Fusionar ministerios, redefinir competencias o cerrar servicios no se hace con una “instrucción” bonita: se legisla, se reglamenta, se implementa. Ejemplo sobrio: el Ministerio de Ciencia se creó por Ley 21.105 (en agosto de 2018) y comenzó a operar en octubre de 2019. Un ministerio, un año de tránsito. ¿Varios a la vez? Multiplique por paciencia.
«Vamos a reducir los ministerios de 25 a 9. ¿Y cómo lo vamos a hacer? Lo podemos hacer con ley o sin ley»
~Victor Espinosa, asesor económico de J. Kaiser
3- El calendario fiscal no perdona entusiasmos
La Ley de Presupuestos es anual: proyecto, 60 días, despacho; y lo que no entra a tiempo, no entra. Partir con tijera XXL entre dos presupuestos en “18 meses” exige mayorías legislativas constantes y una coordinación finísima que la política real raramente concede. Las rebajas exprés quedan para el supermercado, no para el erario.
4- “Ahorros” que primero cuestan
El plan de Kaiser anota la eliminación gradual de 200.000 plazas públicas en cuatro años. Aterrizado, eso son indemnizaciones, reubicaciones, continuidad de servicios, vacancias y, con suerte, una litigación aquí y allá. Tradúzcalo a caja: primero sale plata, después—quizá—ahorra. Lo mismo con “terminar transferencias” o “cerrar programas” que tienen base legal o contratos: hay que cambiarlos por ley o pagarlos. La austeridad no anula el derecho administrativo. Y tener 200 mil nuevos cesantes tampoco es que sea precisamente la idea más inteligente para hacer crecer la economía.
5- El rango de lo posible (aburrido, pero cierto)
Cuando el propio Ejecutivo ajustó en 2025, combinó recortes, gestiones y leyes por ~0,58% del PIB. Ese es el orden de magnitud que el Estado chileno puede absorber sin romper prestaciones ni contratos. Para ir mucho más allá, hay que legislar en serio, tomarse años y cuidar servicios. La magia queda para campaña.
Conclusión
En términos técnicos, la promesa no falla por “falta de voluntad”, sino por ecuaciones que no cierran: con ~92% del gasto legalmente rígido, el margen “discrecional” equivale a migajas del PIB; la “eficiencia” aporta décimas sostenidas en el tiempo, no miles de millones inmediatos; la Ley de Presupuestos impone una cadencia anual; y cualquier rediseño (fusiones de ministerios, cierres de programas, podas de plantillas) arrastra costos de transición que primero consumen caja y sólo después, quizá, ahorran. Sumen a eso contratos vigentes, indemnizaciones, litigios, y el resultado es el mismo: no hay atajo contable que convierta cemento institucional en plastilina política. ¿Se puede gastar mejor? Claro—en el margen y con años. ¿Se puede recortar como prometen? No sin tocar prestaciones, personal, inversión comprometida y sin mayorías legislativas estables. La macro tampoco perdona: un ajuste de ese tamaño, mal temporizado, puede enfriar actividad y empleo antes de rendir “eficiencias”. En síntesis: si suena a milagro, es un supuesto mal modelado. Si cabe en un eslogan, no cabe en la Ley de Presupuestos. Y si depende de varita mágica, no es política pública; es ilusionismo. Abra cadabra, Milei y una cabra, no bastan para ahorrar en Chile, pasapalabra.
Bibliografía
Alonso, Carlos (2025) José Antonio Kast y su ajuste fiscal de US$6.000 millones: “En 18 meses júzguenme y me piden el cargo”. La Tercera
Araneda, Fernanda (2025) Cecilia Cifuentes desmonta el plan de Kast: recorte de US$6.000 millones es «poco viable» y despedir funcionarios no ahorra US$3.000 millones. Diario UChile.
Cavendish-Crawford, Grex (2025) Miente, que algo queda. Nuevo Ciclo
Kaiser, Johannes (2025) Programa de Gobierno. Servel
Kast, J. Antonio (2025) Programa de Gobierno. Servel
Ministerio de Hacienda (2025) Informe de Finanzas Públicas: Ministerio de Hacienda y Dipres presentan acciones correctivas para retomar la convergencia fiscal y actualizan proyecciones. Hacienda.cl
The Clinic (2025) Víctor Espinosa, asesor económico de Kaiser, habla de cómo pretenden recortar US$15 mil millones del gasto público: “Vamos a reducir los ministerios de 25 a 9”. TheClinic.cl




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